Qué opinan los expertos sobre el frío y la piel del paciente atópico

El frío puede causar brotes de dermatitis atópica

La dermatitis atópica es una enfermedad de la piel que comienza en la infancia y se mantiene durante toda la vida, aunque las manifestaciones clínicas fundamentales –el picor, la piel seca y el eccema– tienden a disminuir con el paso de los años, llegando a desaparecer en el 75% de los casos.

Sus causas son múltiples: desde la predisposición genética, que favorece alteraciones inmunológicas y de la función barrera cutánea, hasta los factores ambientales que modifican su expresión.

Una de las alteraciones íntimas de la piel es la de la proteína llamada filagrina, que deteriora la función barrera epidérmica. De este modo, el niño atópico tiene que afrontar agresiones ambientales con medios insuficientes, como es su función barrera imperfecta.

Entre las diferentes agresiones ambientales se encuentran los cambios climáticos. En concreto, el clima frío y seco produce incremento del número de brotes, como se ha demostrado en estudios sobre miles de niños con dermatitis atópica comparados con niños de piel normal en los mismos ambientes. Los climas húmedos y tropicales son, por el contrario, beneficiosos para la piel atópica.

El motivo del empeoramiento con el frío es porque las temperaturas bajas disminuyen la hidratación de la piel, favoreciendo la sequedad cutánea o xerosis. La sequedad lleva al prurito, este al rascado y, subsecuentemente, a la aparición de un nuevo brote de eccema. Este brote produce de nuevo picor, formándose un círculo vicioso que prolonga el brote y la enfermedad.

2. La calefacción

Pasar de una temperatura baja a una alta de forma rápida puede producir con mucha facilidad una crisis de sudor. El sudor en sí mismo se considera un irritante de la piel, con una gran capacidad de producir dermatitis en pieles atópicas y desencadenar un brote de lesiones eccematosas.

Por otra parte, la calefacción reseca el ambiente, aumentando la sequedad de la piel y, consecuentemente, el prurito y los eccemas.

Por ello hay que evitar los cambios bruscos de temperatura y las temperaturas excesivamente altas. Se considera una buena temperatura la que se encuentra alrededor de los 20º C. Lo ideal sería evitar la calefacción durante la noche, si el calor acumulado en la casa durante el día es suficiente.

3. La ropa de abrigo

La ropa de abrigo en los niños atópicos debe ser elegida cuidadosamente. No todos los tejidos son buenos para su piel. Por ejemplo, la lana, que da picor a casi todo el mundo, se considera un importante alérgeno, esto es, una sustancia capaz de producir alergia. También las fibras sintéticas pueden ser irritantes en algunos casos. Es por ello preferible la ropa de algodón o de otros tejidos naturales, que ha de estar bien aclarada cuando se haya lavado, para evitar restos de detergentes. También deben recortarse las etiquetas y evitar costuras o adornos gruesos que molesten la piel sensible del niño atópico.

Si se utiliza ropa de lana, debe estar sobre la ropa de algodón, para evitar el contacto directo con la piel. Estas mismas medidas hay que aplicarlas en la ropa de cama, edredones, cojines, toallas, etc.

Para evitar el sudor por excesivo abrigo, lo mejor es utilizar varias capas de ropa, de forma que puedan quitarse o ponerse con facilidad en función de los cambios de temperatura.

4. Protección del frío en los niños atópicos

Las cremas juegan un importante papel en esta protección. Realmente no existe ninguna crema que sirva para “abrigar”, pero sí es cierto que una piel bien hidratada puede defenderse mejor del frío, al tener una mejor función barrera. Es sabido que la aplicación diaria de crema hidratante o emoliente en todo el cuerpo puede reducir las manifestaciones clínicas de la dermatitis atópica hasta un 50%.

Hay que intentar, por el mismo motivo, que el ambiente no sea seco, para que no se acentúe la falta de elasticidad y la fragilidad de la piel atópica. En este sentido son útiles los humidificadores ambientales. Sería muy oportuno mantener una humedad del 50%.

Información elaborada por:
Dra. Aurora Guerra
Jefa de Sección de Dermatología del Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid.
Profesora Titular de Dermatología Médico-quirúrgica y Venereología. Universidad Complutense de Madrid.
Dra. Elena González Guerra
Médico Adjunto de Dermatología del Hospital Clínico San Carlos. Madrid.
Profesora Asociada de Dermatología Médico-quirúrgica y Venereología. Universidad Complutense de Madrid.

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