Qué opinan los expertos sobre el sol y la piel del paciente atópico

1. Influencia de los factores ambientales en el paciente atópico

Los estudios científicos recientes afirman que existe un aumento del número de casos de dermatitis atópica en los niños, alcanzando una prevalencia en algunos estudios cercana al 25%.

El porqué de este aumento no está claro, pero todo parece apoyar el importante papel que juegan los factores ambientales. Aunque son de muy diferentes tipos, los climáticos merecen una mayor atención, ya que podemos actuar sobre ellos, modificándolos, usándolos cuando son beneficiosos o protegiendo la piel de ellos cuando se conoce su efecto pernicioso en el paciente atópico.

2. El sol

El sol emite prácticamente todo el espectro electromagnético. Pero la radiación de mayor importancia para la piel es la ultravioleta (UV), y dentro de ella la UVB (290-320 nm) y la UVA (320-400 nm). También interactúan con el tegumento la luz visible (400-800 nm) y la infrarroja (800-1.700 nm), aunque en menor proporción. La atmósfera filtra el resto de la radiación emitida, incluida la UVC, que no alcanza la superficie terrestre.

La dosis de irradiación directa recibida por la piel depende de la latitud, la altura sobre el nivel del mar, la estación, la existencia de nubes o partículas en suspensión y el espesor de la capa de ozono. También la piel recibe una exposición solar indirecta producida por las superficies reflectantes, como la nieve, la hierba, la arena o el agua.

3. Efectos beneficiosos del sol en el paciente atópico

El sol actúa sobre la piel del paciente atópico favoreciendo la síntesis de vitamina D –al igual que en cualquier otro tipo de piel– y consiguiendo un cierto efecto antiinfeccioso, ya que con el sol aumentan los péptidos antimicrobianos de la piel que forman parte de la inmunidad innata, que así se ve modificada. Por otra parte, según un trabajo que estudia la prevalencia –el número de casos en un momento dado– de dermatitis atópica en relación con el clima, disminuyen la frecuencia e intensidad de los brotes las altas temperaturas del verano y el sol. La interpretación de este hecho se sustenta en que, al modificarse la inmunidad, disminuye la respuesta inflamatoria.

El mismo fundamento parece tener la recomendación de baños de agua y sol en el mar Muerto, médicamente controlado. Este gran lago salado recibe el sol durante más de 300 días al año. La evaporación es muy alta, cerca de dos billones de metros cúbicos anuales, lo que ocasiona una niebla constante que permite el paso de los rayos ultravioleta A con facilidad, mientras que dificulta el paso de los B, que son los que producen quemadura aguda. De esta manera, el paciente puede mantener exposiciones solares prolongadas que potencian los efectos beneficiosos de la radiación solar, minimizando los perjudiciales. La mejoría a corto plazo es evidente, pero es imprescindible considerar los riesgos de la repetición de esta medida a largo plazo.

4. Efectos perjudiciales del sol en el paciente atópico

El sol tiene importantes efectos perjudiciales en la piel del niño con dermatitis atópica, del mismo modo que en otros niños sin dermatitis atópica, que obligan a tener cuidados para evitarlos, utilizando las medidas de fotoprotección.

Lo primero que hay que saber es que los niños menores de 6 meses no deben recibir el sol sobre su piel directamente. Además, los niños menores de 2 años son más susceptibles a los daños del sol, debido a sus características anatómicas y funcionales, por lo que deben ser cuidados de forma meticulosa. Los peligros de la radiación ultravioleta son la quemadura solar y la alteración de la inmunidad, llegando, a largo plazo, al envejecimiento y la carcinogénesis.

En niños de piel muy clara, con pecas o muchos lunares, el sol es mucho más peligroso.

5. Fotoprotección

La fotoprotección es el conjunto de medidas que intentan eludir los efectos nocivos de la radiación solar. La fotoprotección natural recomienda evitar el sol entre las 11 y las 15 horas solares y llevar una vestimenta adecuada, consistente en tejido de trama tupida, no elástico, preferiblemente de algodón, de color oscuro y acompañado de un sombrero con ala y gafas de sol para UV.

La fotoprotección farmacológica esta constituida por los filtros solares o fotoprotectores tópicos, preferiblemente de tipo físico, para disminuir el riesgo de alergia, más alto en los pacientes atópicos. En niños de base atópica hay que tener especial cuidado en evitar componentes como el octocrileno o la oxibenzona.

Las cremas fotoprotectoras deben tener un factor de protección 30 o superior y deben aplicarse cada 2 horas. El fotoprotector para zonas de playa o piscina debe ser resistente al agua.

A partir de los 10 años y durante la adolescencia, los niños y jóvenes suelen perder el interés por cuidar su piel, por lo que es conveniente insistir en crear hábitos de fotoprotección desde la más tierna infancia.

Información elaborada por:
Dra. Aurora Guerra
Jefa de Sección de Dermatología del Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid.
Profesora Titular de Dermatología Médico-quirúrgica y Venereología. Universidad Complutense de Madrid.
Dra. Elena González Guerra
Médico Adjunto de Dermatología del Hospital Clínico San Carlos. Madrid.
Profesora Asociada de Dermatología Médico-quirúrgica y Venereología. Universidad Complutense de Madrid.

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